lunes, 31 de octubre de 2011

Eureka - Muestra colectiva


¡EUREKA!
Lo que pasó después del caos

Lo que quise registrar en las imágenes fue el trabajo colectivo de este grupo de estudiantes del Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes. Un trabajo que fue creciendo desde la propuesta inicial hasta su realización. Un trabajo que fue  madurando y que llegó a muy buen puerto por  el esfuerzo conjunto.
No esperaba ver tanta diversidad de propuestas, pero cada subgrupo mostraba algo diferente, algo creativo, algo que con ingenio fueron desarrollando desde la idea hasta su concreción. Incluso sé que el mismo día de la muestra hubo que resolver muchas cosas y los alumnos lo resolvieron. Qué bueno fue saber que la gente los apoyó en la iniciativa y se volcó masivamente para ver el trabajo conjunto.
Un niño se apasionaba tocando una cuerda y escuchando el sonido que ello provocaba. Pedía una y otra vez repetir la experiencia.
En otro sector, un adulto mayor se permitía crear parado sobre una superficie de la cual emergía, segundos después una expresión plástica, una creación propia y de sus realizadores, una comunicación del artista y el visitante emotiva, divertida, audaz.
Basta ver las imágenes para disfrutar de la experiencia de ese día. Eso espero, es decir, que ayuden las imágenes a mostrar algo de lo que pasó después del caos  ¡EUREKA!
Esto se dio en el Espacio Barradas, Avenida Millán 4015,  Montevideo – Uruguay, el 29 de octubre de 2011.

Para ver el todas las imágenes clickea sobre el link

martes, 18 de octubre de 2011

Un formoseño que se va


Un formoseño que se va, ese es Mario Venica, un formoseño.
Con su ahijado compartimos mil momentos desde nuestros trece años.
Siempre recuerdo una cosa que nos dijo una noche: “Muchachos ¿qué es lo que tanto hablan…? Se ven desde  las 7,30 de la mañana y son las 12 de la noche y siguen hablando. Edu no habla nunca acá, y con vos, dale y dale y dale charla…”
Son esas cosas y otras como las reuniones de los domingos en su casa, en el patio y con toda la familia compartiendo, las que siempre recuerdo. Aprendí el concepto de la comida compartida junto a la familia de Eduardo y Mario. Un día de cumpleaños se va, qué día, pero que recuerdos. Vale recordar las cosas que se compartieron el momento de la partida es eso, sólo el momento de la partida. La vida se compone de muchos más momentos, que valen recordar. Y recuerdo cosas compartidas con Doña Paulina, con los padres de Eduardo, con Riky, con el “negro”, mi primer amigo de la familia, pues tuve por amigos a varios primos.
Creo que una de las cosas que siempre recuerdo es una salida que hicimos con todo el grupo familiar a Empedrado, donde comimos y bebimos en ese gran grupo, durante los primeros días de un mes de enero. Y allí supo estar, de un modo u otro, Mario.
Aprendimos tanto en tantas conversaciones, en charlas en ese grupo, pues ineludible es decir que, Mario Venica se asocia siempre a “grupo”, a familia, a gente reunida.
Un abrazo para todos quisiera entregar desde estas lejanas tierras, un abrazo enorme. 

viernes, 14 de octubre de 2011

Relato de viaje


Raid en auto gasolero…

El 08/10/2011 partimos de Montevideo rumbo a la ciudad de José Pedro Varela para seguir  raid del día siguiente y conocer algunos paisajes de Lavalleja. Pero pudimos apreciar un poco más y fuimos hasta el Departamento de Rocha para conocer el paisaje a ambos lados de la ruta 15, entre Lascano y la ciudad de Rocha, unos 100 kilómetros de belleza natural.
La ciudad de José Pedro Varela* está a 257 Kilómetros de Montevideo,  se puede llegar por ruta 8 desde Montevideo.
Por la ruta 14 se llega hasta Lascano**, que está a 42 kilómetros, pasando por Averías y su balneario sobre el Río Cebollatí (a 13 Kilómetro de Lascano).
En la noche del 8 de octubre  la ciudad de José P. Varela estuvo vestida de fiesta, se realizaron las apuestas y el baile -esperado por los lugareños.  La plaza, con calesita incluida, estuvo adornada por los distintos puestos de venta de artesanías en cuero, en madera, inundada con los olores de chorizos cocidos a la parrilla y asado con cuero. El frio y la llovizna no empañaron el espectáculo. Muchísimas personas se dieron cita allí y nosotros recorrimos las calles disfrutando el colorido, hasta que el cansancio nos venció y terminamos durmiendo al costado del camino esperando la largada del raid del domingo que amanecía. Antes fuimos a ver a algunos de los caballos que correrían esa mañana. Aprontamos el mate y nos dirigimos al lugar de la largada y luego a esperar el regreso de los primeros 60 kilómetros de recorrido, del total de 85. 
Tras concluir la segunda parte del raid como a las 11 u 11,30 de la mañana fuimos a Lascano.
Desde Lascano, tras almorzar en la  casa de una excelente anfitriona del lugar, fuimos hasta la ciudad de Rocha, capital del Departamento del mismo nombre,  por la ruta 15. Por esa ruta es posible apreciar un paisaje soñado, donde las colinas grises y azuladas se alternan con praderas de distintos tonos de verdes. La explotación forestal está también presente y se ven zonas de plantaciones de eucaliptos y zonas extensas de tala. Tras cada curva –que hay casi un centenar en 100 kilómetros según unos lugareños: Mary y Rolando- aparece un paisaje más bello que el anterior.    
                                       
Participamos del raid de José Pedro Varela del 09/10/2011
“El domingo 9 de octubre se llevó a cabo el raid hípico federado ‘Ciudad de J. Pedro Varela’ organizado por el Club Unión Barrio Coya. Luego de recorrer 85 kilómetros llegaron en puesta Lotería y Pio Olascoaga representando a la Asociación Rural de Zapicán. Además clasificaron: Matrerón, Yesquerudo, Jalisca, El Tabla, La Escarilla, Chico Fino, Vale 4, Milico. Lotería y Pio Olascoaga recorrieron los 85 kilómetros en 2h 55’55” y el promedio fue de 29,339 km/h. (Extraoficial)”***, según pudimos saber por la radio y verlo directamente apostados en la ruta, además quedó registrado en esta fuente que consultamos para este informe:  ***http://www.larutadelraid.com/sintesis-del-raid-varela-2011-%e2%80%9cciudad-de-j-pedro-varela%e2%80%9d-29%c2%aa-edicion/


*José Pedro Varela:
Este pueblo tenía 4.983 habitantes en 1996.
Es el epicentro de una zona rica en pasturas naturales, con muchos recursos hídricos necesarios para la explotación del arroz.
La industria arrocera que gira en torno a la empresa Saman, la cooperativa de semillas Calvase y el molino arrocero Casarone, son los principales polos de actividad de esta localidad del norte de Lavalleja, cuya población creció 22,2% entre 1985-1996.
Fue declarado pueblo durante la presidencia de Feliciano Viera el 1° de febrero de 1918.
En la misma fecha también fue que se le otorgó el rango de pueblo a Mariscala, que debe su nombre a la legendaria María Francisca Alzáybar de Viana.
**Lascano:                    
Ciudad uruguaya situada al norte del departamento de Rocha, rodeada por los más importantes bañados y humedales del este.
El Río Cebollatí  se hace atractivo en el verano, por su tranquilidad. Además Lascano cuenta con las dos plantas cerealeras más importantes del país; (SAMAN) Y (COOPAR). Está a una distancia de 250 km de Montevideo y a 100 km de la capital departamental (Rocha).

Nuestro Propio raid siguió desde la ciudad de Rocha hasta Pan de Azúcar por la ruta 9. El color predominante fue el verde desde allí, extensas praderas dominaron el paisaje, hasta que se impuso el Pan de azúcar. Y desde allí, un poco más adelante, seguimos hasta entrar a la ruta interbalnearia. Por esa ruta llegamos al punto de partida en Solymar. 

Tocale ficha
Minutos después de llegar a José Pedro Varela, con la noche rodeándonos, anduvimos por las calles que delimitan la plaza principal y nos dirigimos a buscar la caballeriza donde se encontraba “Ladrillero”, uno de los caballos que correría el raid al día siguiente. Allí nos esperaba el tío de Eduardo, don José Pedro.
Nuestro guía y conductor del gasolero, “Rolando”, preguntó a un parroquiano cómo llegar hasta la caballeriza, la cual estaba frente a una cancha de baby fútbol. El hombre  montado en su bicicleta nos miró pausadamente y nos dio así las indicaciones: “Toma  por esta dos cuadras, luego dobla a la izquierda y ‘tocale ficha nomás…’ vas a reconocerla enseguida” Vale recordar que al noche estaba más oscura que de costumbre por el grueso techo de nubes que, cada tanto se precipitó en forma de lloviznas y aguaceros. Pero esas precipitaciones no lograron enfriar la atmósfera, sino sólo humedecerla enormemente.  
Don José Pedro nos esperaría con un carpincho asado, según su sobrino Eduardo, pero la crecida de un arroyo en cercanías a Vergara impidió el traslado de la res. Son cosas comunes en la zona, que apenas se da una crecida de arroyos se corta el paso por algún puente. Lo bueno es que suelen haber caminos alternativos, pero implica recorrer mayores distancias.
Nos quedó grabada la expresión “tocale ficha” y varias veces en el camino en nuestro raid lo recordamos.

Lo de Gladys
En la noche del 8, como en el medio día del 9, comimos en la casa de Gladys -madre de Mary, nuestra copiloto y esposa de  Rolando. Vale aclarar que en un tramo de ruta de nuestro raid fue ella la encargada de pilotear la nave en que viajábamos, mientras su hija se adormilaba por el aburrimiento, hasta que entró en confianza y compartió la charla.
Gladys nos invitó a quedarnos esa noche, pero queríamos ver los “remates”. Lo cual es el conjunto de apuestas por cada uno de los caballos que participan del raid.
A un lado de la plaza, en el Club Unión Barrio Coya,  estaba reunida una multitud de personas de todas las edades. Muchas vestidas con motivos gauchescos, algunos por su uso habitual, y otros en cambio, claramente se vistieron para la ocasión, con indumentaria acorde: pantalones símiles a las clásicas bombachas, las mismas que vimos se vendían en los puestos de la feria en la plaza o en comercios en los alrededores.
Cientos de personas copaban el centro, mirando lo que había en los puestos, comprando las entradas para el baile -que se realizó en un local en un extremo de la plaza, que cuenta con un bar de gran mostrador y mesas de billar. En una de las paredes del bar se destaca el reglamento del juego de billar.
Al día siguiente, poco después del medio día, regresamos a Lascano, donde vive Gladys. Allí pudimos disfrutar nuevamente de su hospitalidad, tanto como la de su hija y nietas. Bueno, también del nieto varón que es el mimado de la casa.
Esta gente amable nos recibió de un modo increíble. Tanto Eduardo como yo nos sentimos muy a gusto en tan buena compañía.

La Largada
Temprano en la mañana del 9 de octubre, hicimos una nueva  visita a “Ladrillero” y sus cuidadores. Allí, en la caballeriza, estaban Don José Pedro y otras personas. Eduardo pidió agua caliente y aprontó el amargo para arrancar el día, pero la noche aún estaba presente. Preferí no bajar del auto y esperar unos minutos dentro.
Eduardo coordinó ir con los  la gente que acompañaría a “Ladrillero”, siendo parte de la caravana. Rolando y yo nos acercamos al lugar de la largada y logramos tener, justo frente a nosotros, a los animales y sus jinetes, en el momento de la partida. Luego seguimos, por la voz del relator de la radio, la carrera en todos sus detalles.
Sobre los costados de la ruta, en cada entrada disponible a los terrenos lindantes al trazado de la ruta 14, en dirección a Averías o Lascano, se estacionaron autos y motos. Igualmente hicimos nosotros. Cuando llegamos, tras la largada, estaba aún oscura la mañana, pero poco a poco fue aclarando, como poblándose de seguidores y curioso. Todos, absolutamente todos, aún los que montaban motos, tenían encendidas sus radios. El locutor, con gran pericia, iba relatando el evento, dándole color a su comunicación con anécdotas y descripciones muy ajustadas de la ubicación de cada caballo y jinete, de la historia particular de cada animal y del  estado del tiempo, de la atmósfera que se percibía a cada instante. Eso fue vivido así durante todo el raid, incluso en la finalización de la segunda etapa, donde en la llegada se podía escuchar la voz del relator que brotaba de altoparlantes, mientras los jinetes y sus caballos se acercaban por Lavalleja.  

Fin de la primera etapa   
Después de más o menos una hora, no recuerdo bien, pero está en los sitios web especializados, como en http://www.larutadelraid.com/ llegó el primer caballo montdo por su jinete. Lo seguían otros dos tan cansados como el primero. El aplauso se repetía al pasar por cada entrada donde estaban apostados los seguidores del raid que estaban esperando esa llegada, montados en sus motos, en sus bicicletas, en sus autos.
Muchos de los que esperaban, vestían aún las ropas que habían usado durante el baile. Una joven con zapatos de taco lato y fino, avanzaba con dificultad sobre la banquina mojada, junto a unos amigos para no perderse la llegada de la primera etapa. Precisamente, el relator comentó en una de sus entradas sobre el tema y lo hizo, más o menos así: “Algunos aún con el calor del petróleo consumido en la noche del baile se agolparon sobre la ruta para ver la salida y llegada de la primera etapa del raid…” Vale aclarar que a esa hora de la mañana estaba fresco y empezó a soplar una brisa; pero no fue así al momento de la largada cuando la humedad y el calor jugaron en contra del esfuerzo realizado por los animales, según lo aclaró el relator cuya voz surgía de cada uno de los radios de la gente apostada en la ruta.
Emocionaba ver el cansancio de los animales y la entereza de sus jinetes. Uno de ellos, un hombre de 76 años, otra, una mujer joven que, según pude observar a la hora del descanso y registro del pulso, en la Neutralización, tenía con su caballo una relación estupenda. El caballo la buscaba con el hocico, cual si fuese una mascota. Pero esta relación que vi se repetía, en cada una de las duplas (animal – jinete) y ello se extendía a los acompañantes que acercaban agua, sueros y aliento en ese rato de descanso y durante la carrera.
Luego del merecido descanso se produjo la largada de la segunda etapa, mucho más corta pero no por eso menos cansadora, pues pesaba sobre cada pata, cada cuerpo, cada jinete: el recorrido de los primeros 60 kilómetros iniciados a las 6:45 de la mañana.

Relato de Eduardo de lo vivido en la caravana
Aquí irá relato de Eduardo de lo que vivió en la caravana del raid.

Agradecimientos
Gracias a Rolando y familiares, Mary, Gladys y sus nietos, Eduardo, Don Emilio Brun, familia y trabajadores, Don José Pedro. Pudimos disfrutar de un evento de singulares características de lo cual poco sabía.

Imágenes fijas
Noche previa al raid



Raid Las dos etapas y llegadas

















Paseo por Lavalleja, Rocha, Maldonado

















Imágenes móviles
Próximamente agregaré las direcciones de You Tube 






martes, 4 de octubre de 2011

Cuento: CONOZCO MIS DERECHOS




Este relato está basado en lo narrado por una amiga que, cada tanto, me aporta anécdotas para utilizarlas, si  lo deseo, como materia prima para cuentos u otras yerbas.
Silvia había salido, como todos los días, corriendo de uno de sus trabajos para llegar a otro, que nos tiene como compañeros de tareas en esta ciudad de Montevideo. Venía en el ómnibus, de una de las líneas de transporte urbano, que habitualmente utiliza. Suele contar que si una de las ellas se demora, intenta con la otra. Los ómnibus, que hacen uno de los recorridos, circulan a paso tortuga, pero son los que tienen la parada más cercana. El horario del fin de su primer trabajo diario casi coincide con la salida de muchos colegios de primaria. Es una hora pico, en el que conciertan también las salidas de muchos funcionarios públicos. Eso no hace sino aumentar el número de pasajeros por unidad, con la consabida problemática que ello ocasiona: empujones, roces entre las personas que están cansadas, miradas que parecen matar, insultos al guarda o al chofer y un largo etc.
En una de esas corridas, justamente la de ayer, ocurrió lo que me contó apenas llegó, casi sin aliento y en medio de risas y asombro aún. Ella misma no podía creerlo, pero había estado: detenida en la comisaría.
− ¡Vengo de la Comisaría, estuvimos detenidos!… ¡increíble!… je je je
Cuando la oí dije, me está embromando, pero como no es de hacer bromas, la escuché atentamente. Lo relató… lentamente. Muy pausadamente, me pareció,  como para poder digerir lo que había ocurrido. Pues hay cosas que al contarlas, recién adquieren real dimensión.
-El ómnibus venía lleno hasta la puerta –prosiguió. No cabía un alfiler. En la segunda parada, después que subí al transporte, trepó una mujer de vestimenta elegante, gafas oscuras y bastón blanco -característico de los invidentes. Unos que son retráctiles. Era un claro indicio de que se trataba de una mujer ciega.  Lo reconocieron así tanto el guarda como el chofer. Antes de subir preguntó: “¿Pasa por San Pancracio?”
− Sí… -le contestó el chofer.
Silvia –siguió describiendo la escena y dijo: “Cuando avanzó unos pasos dentro del coche, el chofer solicitó -con voz grave pero amable- un asiento para la señora.” De hecho, hay un asiento para lisiados y uno para mujeres en cinta, dentro de cada unidad. Y es de uso, que quien lo ocupa lo cede cuando sube alguien con dichas características. Como nadie se levantaba, el chofer alzó un poco el volumen de voz.
− ¡Por favor, la persona que está sentada en el asiento para lisiados, tenga la amabilidad de ceder el lugar a la señora…!
En tanto el guarda, con su monótono tono falsete, repitió lo acostumbrado:
− Por favor, si se molestan… Hay lugar en el fondo… Decía esto al tiempo que golpeaba uno de  los caños para agarrarse con una moneda de 10 pesos.
La invidente, vestida íntegramente  de negro, no se dio por aludida, en un primer momento. Pero el guarda, la tomó del brazo con amabilidad, para conducirla hasta el asiento que, por fin, fue desocupado. Fue entonces que, la señora, forcejeó y pidió al guarda que la soltara -con voz firme y clara. El guarda, atónito, le explicó que deseaba ayudarla, conducirla hasta el asiento. A esto la mujer espetó:
− ¡Faltaba más! Gracias, pero no necesito sentarme. Estoy bien de pie.
En ese momento, el chofer, que seguía la escena por los espejos internos del coche, intervino.
− Señora, por favor, siéntese. El coche está lleno y no puedo continuar la marcha si usted no se sienta.
− ¡No me sentaré! No lo preciso. Y no lo haré, si no lo quiero.
Todo el coche comenzó a prestar atención al diálogo entre la señora vestida de negro y los funcionarios de la empresa de transporte urbano. Quienes hablaban por su celular fueron apagándolos… o empezaron a seguir con la mirada, lo que pasaba en el sector anterior. Dos que venían, muy ensimismados, besuqueándose y atrayendo la mirada de los pasajeros, también se dieron vuelta y pasaron de mirados a observadores. Un adolescente, que venía escuchando música de su Mp4 a todo volumen, sintió la tensión en el ambiente; en la mirada de los otros. Bajó el volumen primero y luego lo apagó. Sintió, de modo impactante, el abrumador silencio que había….
El aire dentro del micro se enrareció, y no por la falta de oxígeno…  El conductor insistió en que no proseguiría la marcha de no sentarse la señora ciega. Ella replicó que: tenía derecho a viajar parada, si así le parecía. Y aclaró: Soy abogada, conozco mis derechos. Trabajo en la Intendencia –agregó.
“Con más razón señora…” -dijeron algunos pasajeros -que intervinieron casi automáticamente,  al unísono.
−Con más razón… -repitió el chofer.  Se sienta o… no continúo la marcha –aseveró.
− ¡No! ¡No! –contestó enérgica y rotundamente, la mujer del bastoncillo retráctil.
−Entonces, deberá bajarse… señora –agregó el chofer, con un tono de voz diferente, más enfadado a esa altura. Casi fuera de sí.
Las personas se impacientaban. El coche no se movía. El chofer se había levantado de su asiento y miraba a la mujer, como un gavilán mirará a su presa desde las alturas. La invidente se mantenía en pie y lucía una suerte de sonrisa en los labios, desafiante. Era de apariencia frágil y pequeña, en comparación, con el sólido metro ochenta de la  figura del chofer.
Del fondo gritaron…
−  ¡Vo! ¡Mové el coche que tengo que llegar a mi otro laburo…!
− ¡No lo muevo!... Quedate tranquilo… ¡No lo muevo si, la señora… no se sienta!
Los pasajeros comenzaron a inquietarse y a mostrar su impaciencia,  cada vez más. Unos miraban sus relojes pulsera, otros la hora en el celular; pero todos indicaban, de un modo u otro, que pasaba el tiempo. Alguien tomó el tiempo y aclaró que hacía siete minutos que estaban detenidos.
Todo el mundo, casi al unísono, pidió a la mujer que tomara asiento; así podrían continuar.
− ¡Siéntese mujer! Así podremos seguir –dijo una joven, de unos treinta años.
− ¡No me grite! –aulló la invidente.
− ¡Está bien...! –dijo el chofer. Se terminó… vamos todos a la comisaría y punto. Acto seguido, puso primera, segunda, tercera y fue expreso, sin detenerse en ninguna de las paradas siguientes, hasta llegar frente a la Jefatura de Policía. Una que está cercana al recorrido de la línea en que viajaba Silvia. Cuando llegó al lugar, abrió la puerta delantera y se bajó, dejando al guarda encerrado con toda la gente dentro. Tardó unos minutos, tras ingresar al recinto, y volvió con dos uniformados.
El ómnibus quedó inmóvil, con las puertas cerradas y la gente chillando. El guarda, intentó calmar los ánimos,  pero no fue mucho lo que pudo lograr.
Por espacio de unos 20 minutos estuvieron demorados, en dividida discusión, en la que ahora intervenía el personal policial, ante la intransigencia de la abogada invidente.
Finalmente la señora, acompañada de los oficiales de la ley, bajó del coche y éste continuó el recorrido. Todo el mundo suspiró aliviado, pero los rostros mostraban: unos, enojo; otros, fastidio; pero la mayoría esbozaron una sonrisa ante lo anecdótico de la situación.
Silvia llegó media hora más tarde de lo habitual, aunque se había tomado un taxi desde la seccional policial, para disminuir la tardanza. Todo terminó en una anécdota, un cuento; pero historias de éstas se repiten, una y otra vez, todos los días, en medio del trajín; de la carrera de un trabajo a otro, donde hay muchos más que dicen: “Conozco mis derechos”.

Pedro Buda 2011
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